domingo, 17 de julio de 2011

Entre la noche y el día.

      No es amargo un café cerrero y el despertar bajo los efectos de mentiras, una vida sedentaria llena de algo que escapa de tus manos. Es aquella frágil mirada nocturna la que decide por ti y siempre afirma una acción ajena a tu propia voluntad, mientras tus pupilas se reflejan viendo una luna gorda, llena de locura.

      Escuchas el sonido del tren pero no ves nada a tu alrededor ¿Es acaso efecto de tu depresión? Lo único claro esta en tus pasos, poco a poco se nota un ligero tropiezo, te cuesta caminar la alta montaña y prefieres dejarte llevar, quedarte en el pie de ese alto risco donde tu estadía huele a muerte. Con una sonrisa en labios alardeas de tu capacidad pero poco empeño desempeñas y te dejar ir.

      Lentamente tu cuerpo se deja ir por los suaves toques del viento en un baile que va estimulando una relajación profunda pero ¿Por qué tu locura no te deja ver la realidad? He llegado a pensar que tu eres parte de un sucio juego, nada grabe, tienes en tu mirada el color oculto de la felicidad, alza tu mano si de verdad la quieres tocarla.

       Tan larga es la distancia pero es también muy corta y en toda la mitad una tortuga se tropieza contigo, la tomas para ti pero se desvanece en mariposas blancas y de inmediato caes tan duro que el golpe deja que seas tu de nuevo.

      No es tan mala las ocurrencias de tu mente inquieta, pero eres un títere de un juego, donde todo te hace mal. Los rayos del sol alumbran tu verdadero ser, es la parte que te dice como eres y la aberración de todo tus actos, una manipulación digna de un experto en magia.
Dabo Bautista Osorio