miércoles, 29 de diciembre de 2021

En la madrugada.

Me apetecen unas palabras,
me apetece dejarte inmortal aquí
porque allá aún estoy ausente
a pocas horas del final obvio de este viejo año,
con la mente manejando al corazón y al cuerpo
tres parte de mí están ajustándose a ti
y no me apetece quererte
porque ya te quiero
porque conjugo lo real y lo presente y lo futuro.
 
Aún hay nervios calambrosos
y el miedo de la aventura nueva a embarcar
permanecen sin euforia,
aún hay incredulidad,
pero poca,
aún hay curiosidad por ti…
¿Cuáles son tus secretos?
¿Cuáles son tus angustias?
¿Cuáles son tus pensamientos lujuriosos que quieres liberar?
¿De qué te quieres liberar?
Quiero asombrarme de tus tratos y tus formas sin espantarme.
 
Muéstrame algo más que tu piel y tus pedazos pálidos
o aquel dedo extraño que dices tener en tus pies,
muéstrame tus grandes anhelos o no me muestres nada
por respeto a ti
y yo sigo mostrando mi yo curioso
muy atento mientras tanto cada tanto
yo comparo
mis tonterías con tus logros,
tus deseos con mi incapacidad,
mis feas posturas con tus pasiones,
tus hermosas manos con las mías algo insípidas,
tu gran sonrisa y mis dos dientes relucientes,
aunque me río… Sí, me río
porque no hay superioridad ni inferioridad;
estamos presentes con mis vergüenzas y tus puntos fuertes.
 
Llegué de golpe dos veces,
en dos instantes significantes
sin esperar,
sin desespero,
llegué y estuviste
no sé cómo
no sé si es cierto
pero sé que con todas su letras
eres lucha,
eres pasión,
eres tranquilidad,
me sorprendo de ti e incrédulo me sostengo.

Tus largas piernas hacen agua mi boca
y es ahí donde quiero acabar… Acabar con mis besos
solo si quieres de mí mis besos ahí.
Me sorprendo de tu mirada
pues en mí la inseguridad destaca la repetida incredulidad,
aunque mis ojos se distraen con tu humanidad honesta,
desnuda y vulnerable… Y las madrugadas nos sinceran
mientras en la lejanía nos deseamos con cada suspiro roto
y es que en las madrugadas
surge lo espontaneo,
surgen explosiones a veces silenciosas a veces fuertes,
surge aquella apatía típica del sueño,
surge la misma historia
de aquel indefenso soñador insaciable curioso
con justa medida, con justa verborrea
con mi madrugada como refugio
y
tu madrugada como alcahueta.
 
Llegué a ti dos veces, lo repito,
lo intensifico
y tuve la fortuna (creo)
en que estuviste ahí sin miramientos
con todo en contra pero en gratitud del destino sorpresivo.
 
No soy la carne magra que tienes costumbre en comer,
no estoy a tu altura
porque perdí mi altura para poder reírme de mí
y de mí ya tienes todos mis pensamientos
y de mis débiles brazos, espera fuertes abrazos
porque queda futuro
porque queda destruir el mito
porque queda la madrugada cómplice y paciente del tiempo presente
con tu voz altiva y sonora jugando
con lo castroso de mis tímidos vocablos.
 
La melancolía solo la demuestro
al apagar las luces bien tarde
y tú en el quinto sueño reconfortante
y aunque un ojo mío llore
no es tristeza, es el golpe de una polilla nocturna
que no sobran en mi espacio.
 
Te tengo con las gracias y con el testigo que quieras poner
con mis insuficientes gestos de cariño
pero con mi tiempo en mis manos,
sin saber si tus brazos puedan,
sin saber si tus brazos quieran
un poco de mí
pero sonríe,
que mis pequeños ojos necios
se iluminan al verte así
detallando aquella arruga coqueta
en la comisura izquierda
de tu boca, de tu bemba roja
detallando en la madrugada.
 

lunes, 15 de noviembre de 2021

29.

Es una trampa bien emperifollada
la ilusión de la vida adulta,
nos amargamos como si un ladrido de perro viejo escuchásemos al fondo
en una tarde donde el sol quema con todo su poder
sin que la brisa toque ligeramente nuestras pieles…
Así es el fastidio de la vida adulta,
la mejor farsa
con ese apresurado y afanado sentir
queriendo crecer rápido
y pana nada,
no hay satisfacción solo cinismo
no hay absolutamente nada feliz ahí,
siempre hay miserables con mucha magia si buscamos bien
pero
casi siempre con incongruencias
o
por lo menos yo,
el incongruente.
 
El fracaso no te abraza y tampoco te apuñala,
llega muy temprano y se instala
con sus anchas,
con sus patrañas,
con sus caprichos…
El desgraciado okupa
no vine solo
llega con sus invitados,
invitados que desde el uso de mis palabras
refuerzan mí, nuestras incapacidades;
se acomoda el okupa del fracaso
sin ganas
sin deseos
o sí
pero lejanos y perdidos
intangibles en la neblina matutina.
 
Quedé con las ganas prohibidas,
que prohibidas siempre fueron.
Quedé con las invitaciones rechazadas
del juego de los besos de tres
y tres años menos me quito cada vez
sin caducar, como orondo asertivo al decirlo.
Quedé estupefacto ante la vibrante hermosura de tus piernas al bailarme
y concentrado miré.
Quedé curioso ante los besos robados,
los que no fui capaz de robar.
Quedé en desgano, ante la imposibilidad
de aplaudir sin las manos, sin derramar alguna gota de sudor.
Quedé complacido antes las oportunidades perdidas,
porque no quería tus decepciones al mirarme
en la fragilidad desnuda.
Quedé imbécil porque te rogué olvidaras
cualquier gesto amable,
cualquier gesto romántico,
sin merecerlo
y
tampoco los ruego si eso lo parece.
Quedé payaso porque creo que todos merecen
abrazos gratos
pero
no tengo esos para mí,
porque vivo ensimismado
en mis cómodos miedos reconfortantes.
 
No tengo decisiones buenas
ni tengo decisiones malas,
ni siquiera tengo decisiones necesarias,
tomo agua por gusto
y pocas veces por sed…
Descubrir, y a veces lo repito a quién quiera oír,
la soledad solo arropa el ser
a su libertad
sin esperar nada a cambio;
descubrir que no merezco tus sonrisas,
ya pasaron mis ojos
por quienes ser burlaron de mí
y sus sonrisas complacientes bien hirientes en humillar yo vi.
 
Extraño mi despreocupado ser
entre juegos y la ingenuidad de la niñez,
donde lo mínimo vale muchísimo
descubriendo lo maravilloso en vivir
y aunque no parezca
sigo sintiendo la maravilla igual aquí,
sigo escribiendo para habla contigo amigo
somos los mismos
porque soy yo
con esta retahíla repetida y aburrida…
 
Y seguimos avergonzados,
y seguimos torpes,
y seguimos temerosos,
y seguimos virginales,
y seguimos estresados,
y seguimos ilusionados,
y seguimos esquivos,
y seguimos idiotas,
eso nos queda, nos queda seguir…
Veintinueve sigue siendo mi número favorito,
sigue siendo mi representación con alegría
pero también es el recordatorio
de lo tardío que es creer;
creer en las pasiones,
creer en el valor y su fuerza,
creer en segundas oportunidades,
yo soy el espectador,
no hablo.
 
Veintinueve es el significado de tu razón,
con mi narcisismo a cuenta gotas
ves mi reflejo borroso y horroroso
oyendo una voz pobre y chueca…
Ahí tienes tus razones para ignorarme
pues
se marchitan las flores más amargas
si las toco con mis dedos
pero sigo ahí esperando verlas florecer,
en mi estúpida ilusión tardía
y
tengo veintinueve formas de decir lo mismo
sin ningún talento nato poético
aunque me haga creer lo contrario
como todo, como siempre, como nada,
como la adultez
y su estafa ridícula y exagerada
sin ninguna inmadura postura como puedas entender,
¿para qué es que de niños queríamos crecer tan rápido?
 
Con mi próxima vuelva al sol
continuaré avergonzado
con mi voz mecánica, gafa y torpe
siguiendo nuevos caminos
sin ritmo, a mi manera.
 
Desesperadamente,
si quiero volver a mí
y soñarte aquí
aprendiendo magistralmente tarde,
¿y a dónde se va la nostalgia?
¿se esfuma rápido la expresión vivaz?
¿podemos sonreír otra vez sin burla alguna?
Mi boca es temerosa y escandalosa para ahuyentar,
aburre cada relato con esa voz de fondo (la mía),
aburren las heridas si las comparo con las tuyas…
Aburrí.
Pero, lo irónico
a pesar de mis múltiples complejos
no tengo la necesidad de remarcar los ajenos,
mi narciso ser respeta y olvida…
Sigo en mi chacharería con ocurrencias heredadas
consiguiendo distraer,
distraerme de lo cruel, distraerme de la tontería propia, distraerme del temor
y a continuar, sacudir el polvo… Y volver a caminar.