lunes, 15 de noviembre de 2021

29.

Es una trampa bien emperifollada
la ilusión de la vida adulta,
nos amargamos como si un ladrido de perro viejo escuchásemos al fondo
en una tarde donde el sol quema con todo su poder
sin que la brisa toque ligeramente nuestras pieles…
Así es el fastidio de la vida adulta,
la mejor farsa
con ese apresurado y afanado sentir
queriendo crecer rápido
y pana nada,
no hay satisfacción solo cinismo
no hay absolutamente nada feliz ahí,
siempre hay miserables con mucha magia si buscamos bien
pero
casi siempre con incongruencias
o
por lo menos yo,
el incongruente.
 
El fracaso no te abraza y tampoco te apuñala,
llega muy temprano y se instala
con sus anchas,
con sus patrañas,
con sus caprichos…
El desgraciado okupa
no vine solo
llega con sus invitados,
invitados que desde el uso de mis palabras
refuerzan mí, nuestras incapacidades;
se acomoda el okupa del fracaso
sin ganas
sin deseos
o sí
pero lejanos y perdidos
intangibles en la neblina matutina.
 
Quedé con las ganas prohibidas,
que prohibidas siempre fueron.
Quedé con las invitaciones rechazadas
del juego de los besos de tres
y tres años menos me quito cada vez
sin caducar, como orondo asertivo al decirlo.
Quedé estupefacto ante la vibrante hermosura de tus piernas al bailarme
y concentrado miré.
Quedé curioso ante los besos robados,
los que no fui capaz de robar.
Quedé en desgano, ante la imposibilidad
de aplaudir sin las manos, sin derramar alguna gota de sudor.
Quedé complacido antes las oportunidades perdidas,
porque no quería tus decepciones al mirarme
en la fragilidad desnuda.
Quedé imbécil porque te rogué olvidaras
cualquier gesto amable,
cualquier gesto romántico,
sin merecerlo
y
tampoco los ruego si eso lo parece.
Quedé payaso porque creo que todos merecen
abrazos gratos
pero
no tengo esos para mí,
porque vivo ensimismado
en mis cómodos miedos reconfortantes.
 
No tengo decisiones buenas
ni tengo decisiones malas,
ni siquiera tengo decisiones necesarias,
tomo agua por gusto
y pocas veces por sed…
Descubrir, y a veces lo repito a quién quiera oír,
la soledad solo arropa el ser
a su libertad
sin esperar nada a cambio;
descubrir que no merezco tus sonrisas,
ya pasaron mis ojos
por quienes ser burlaron de mí
y sus sonrisas complacientes bien hirientes en humillar yo vi.
 
Extraño mi despreocupado ser
entre juegos y la ingenuidad de la niñez,
donde lo mínimo vale muchísimo
descubriendo lo maravilloso en vivir
y aunque no parezca
sigo sintiendo la maravilla igual aquí,
sigo escribiendo para habla contigo amigo
somos los mismos
porque soy yo
con esta retahíla repetida y aburrida…
 
Y seguimos avergonzados,
y seguimos torpes,
y seguimos temerosos,
y seguimos virginales,
y seguimos estresados,
y seguimos ilusionados,
y seguimos esquivos,
y seguimos idiotas,
eso nos queda, nos queda seguir…
Veintinueve sigue siendo mi número favorito,
sigue siendo mi representación con alegría
pero también es el recordatorio
de lo tardío que es creer;
creer en las pasiones,
creer en el valor y su fuerza,
creer en segundas oportunidades,
yo soy el espectador,
no hablo.
 
Veintinueve es el significado de tu razón,
con mi narcisismo a cuenta gotas
ves mi reflejo borroso y horroroso
oyendo una voz pobre y chueca…
Ahí tienes tus razones para ignorarme
pues
se marchitan las flores más amargas
si las toco con mis dedos
pero sigo ahí esperando verlas florecer,
en mi estúpida ilusión tardía
y
tengo veintinueve formas de decir lo mismo
sin ningún talento nato poético
aunque me haga creer lo contrario
como todo, como siempre, como nada,
como la adultez
y su estafa ridícula y exagerada
sin ninguna inmadura postura como puedas entender,
¿para qué es que de niños queríamos crecer tan rápido?
 
Con mi próxima vuelva al sol
continuaré avergonzado
con mi voz mecánica, gafa y torpe
siguiendo nuevos caminos
sin ritmo, a mi manera.
 
Desesperadamente,
si quiero volver a mí
y soñarte aquí
aprendiendo magistralmente tarde,
¿y a dónde se va la nostalgia?
¿se esfuma rápido la expresión vivaz?
¿podemos sonreír otra vez sin burla alguna?
Mi boca es temerosa y escandalosa para ahuyentar,
aburre cada relato con esa voz de fondo (la mía),
aburren las heridas si las comparo con las tuyas…
Aburrí.
Pero, lo irónico
a pesar de mis múltiples complejos
no tengo la necesidad de remarcar los ajenos,
mi narciso ser respeta y olvida…
Sigo en mi chacharería con ocurrencias heredadas
consiguiendo distraer,
distraerme de lo cruel, distraerme de la tontería propia, distraerme del temor
y a continuar, sacudir el polvo… Y volver a caminar.