miércoles, 16 de agosto de 2017

Yeyera.

Encontré el desorden de mi orden
en un lugar que no era el mío
en un espacio lúgubre
en donde no llegaban los rayos del sol
a la hora más brillante...
Quería que los rayos iluminaran mi cara
sentir el calor de afuera, de al rededor, de algo
pero mi ojos siguen cerrados
dentro de la penumbra.

Todo pudo parecer trágico,
sólo fue un sueño
y cuando despiertas
la realidad es peor
no es oscura, no es lúgubre,
es brillante, colorida y abrumadora.
Abrumadora sensación entre mis iguales
en que todo está perdido,
en que se camina para sobrevivir,
en que no hay esperanza (quizás),
en mentiras, tragedias, desidia, descaro, hambre, sed, injusticia
en preguntar a gritos: ¡¿Hasta cuándo Dios?!
Y sin siquiera sentir una brisa del viento como respuesta.
Ahora todo pesa más fuerte
sobre mis hombros que ayer;
mi ansiedad y mis nervios bailan tango
para procrear la paranoia constante
entre cada situación,
entre cada grito trágico,
entre la zozobra y muchas lágrimas...
A lo que nadie está exento hoy.

Aunque sacies tu hambre
quedas más hambriento,
aunque sacies tu sed
quedas más sediento
y algunos rostros quieren más poder
y algunos son los codiciosos escondidos en las sombras
y algunos usan armas excitados muy felices al accionarlas
y algunas las muertes de inocentes,
muertes tristes, atroces, lamentables, repudiables...
Y algunos somos los otros inocentes
que sufrimos pero con la frente muy en lo alto
y algunos somos los otros que desbordamos
una esperanza ciega, positiva
y algunos somos los otros que trabajan
sin desfallecer a pesar del atropello
y algunos otros tantos come flores
dentro del jardín en donde
esperaremos que todo esté mejor.

Siempre llenos de despedidas,
siempre llenos de odio,
siempre llenos de rabia, fanatísmo, injurias
siempre cambiantes, positivos, abiertos,
siempre ciegos, decididos, con sueños...
Respirar hasta que pase,
respirar hasta sane,
respirar hasta que sonrías
en la simplicidad de los detalles
en la comodidad de tu propio ser
en que a pesar de la oscuridad
nadie puede robar tu esencia
y sí es complicado
y sí uno siempre está agotado
y sí no creemos en nada
y sí ya no creemos en nadie,
esperar lo inesperado o quizás lo esperado
ya no sabemos cómo resolver
el caminado.

Con tantos pensamientos
en constante rivalidad
la yeyera en mi cuerpo
lo maneja a cabalidad,
y
con tanta inestabilidad
yo no me voy a enfermar.