lunes, 24 de agosto de 2020

La simpleza de tu mirar.

Ya encuentro muy cómodo y acogedor
el encierro, el mantenerme aquí
en mis cuatro paredes mirando el techo como sí fuese
la vía láctea…
Necesito un trago,
una desvelada entre ritmos y carcajadas
mis pies tienen fuego
de eso estoy seguro.
 
Ya como es usual
estoy tarde a tu encuentro
estoy mirando cada fotografía puesta por ti, de ti mismo,
y confirmo el flechazo instantáneo
y no,
no es idealizar, aunque podría,
no te idealizo para tenerme distraído
dentro de mi encierro
y del caos en un mundo pandémico
es junio y llueve
estoy seguro de que es lo que en ti veo
pero hay locura, hay desacierto
estoy desubicado
porque no hay encuentros, no hay caminos iguales
misma ciudad pero puntos opuesto como lo común e impuesto
tu no me conoces, es algo típico
espero hacerlo
así sea a lo lejos
pero
me pregunto:
¿Está mal desear?
¿Está mal querer estar con alguien?
¿Está mal que uno fije un gusto?
pues entonces espero entender
qué está bien desde ahora
si todo está vacío.
Tengo que alejar el desespero
aquella cosa que se va tragando por dentro
y
que nubla la vista, hasta ciego quedar
sin buenas decisiones
sin malas decisiones.
 
Vuelvo a tu mirar
tan simple
tan del mar
con esa boquita
tan alegre
tan del casanova que en ti habita,
cuando sonríes
disfruto verlo, disfruto ver en las fotografías que vuelvo a ver
para llenarme de sentimiento
y teniendo la fe
para verla frente a mí en un día soleado
porque este año no fue
esperemos que por algún lugar me tope en seco y de sorpresa
pero
siempre me cuestiono si está bien desearte;
¿Estoy paranoico?
¿Estoy aburrido?
Algo desubicado, yo respondo.
 
Mañana sigue siendo domingo
y
si acaso está mal de mi parte
me disculpo,
es abrupto que pose en tu mi gusto
pero te deseo
y
las gracias a eso se lo debo
a la simpleza acogedora de tu mirar.

El impaciente.

Descubro recuerdos olvidados
descubro nuevas formas de insistir
descubro que estoy hecho de caricias
descubro la amargura coqueteando con la frustración y me encanta
descubro que todo es subjetivo
descubro que quiero seguir aprendiendo
descubro que tengo una labia barata
descubro que hay goteras en mi techo
descubro que el gusto puede ser obsesión
descubro la amabilidad y le abro la puerta
descubro que tengo mil ideas y termino ejecutando tres
descubro que a lo mejor ni esto es poesía
descubro que me cuesta leer porque soy muy distraído
descubro que me cuesta oírte
descubro que quiero amar ciegamente
descubro que odio verme llorar
descubro que puedo contagiar mi risa
descubro que no está mal empezar a hablarte con un ‘hola’
descubro que inconscientemente no me gusta mi sonrisa
descubro que me gustan mis tontas cicatrices
descubro que pongo todo de mí, cuando escribo aquí
y eso no debe de importarte…
Descubro que les tengo miedo a los gatos
descubro que puedo callar y guardar mis penas así me carcoman
descubro que amo el agua fría
descubro que soporto mis amarguras
descubro que puedo aguantar cualquier pleito
descubro el miedo a la muerta, a su decisión, al tiempo y lo respeto.
 
Sentado, acomodado y comedido,
tranquilo y expectante… Recorre la sanación y tiemblan las piernas,
luego la sola izquierda.
Me transporto a mis ocho años,
donde espero a mi madre saliendo de la escuela
lo recuerdo en lo sueños donde se vive el doble
o quizá solo pensé en eso para dormir placentero en una luna llena
pero
desde ahí,
desde mis ocho vueltas al sol,
desde ahí descubro el ser impaciente
que debate intensamente los pasos,
los pasos siguientes pa’ luego irónicamente
meter la pata magistralmente.