jueves, 5 de julio de 2018

Hambriento.


La consecuencia del milagro
es el nacimiento,
las consecuencias de las caídas
es la cicatriz que tarda pero sana sola…
Creer que sabes de “amor”
por lo visto en la TV,
creer que un beso es significativo
por verlo en la TV,
creer que encuentras pasión de la nada
porque lo ves en la TV
habiendo demasiada falsedad bien armada
con gusto, disfrute y disparate…
Así son mis pensamientos
en madrugadas heladas
donde la TV emite todo su poder
para “calentar” la soledad con imagen y sonido
para “escuchar” el estéreo y la tonalidad
para no dejar el espacio hueco
porque sólo para eso es importante la TV.

Sí, siempre se habla de soledad
sí, amamos su costumbre
y sí, si hay miedo
disimulado con media sonrisa.

Con envida se funden las mariposas
en el ácido que produce mi ser,
todo cruje a todas horas
y hay dolor punzante en eso.

Hambriento, como todos…
Hambriento de deseo,
de pasión, calor, sudor, sentimiento,
monogamia, poligamia
y una que otra manera de experimentar
y gritar hasta que los pulmones duelan.
Hambriento y desnutrido
pero vivo, temeroso y tembloroso.

No hay orgullo por los años vividos,
no hay historias compartidas,
no hay experiencias obtenidas,
no hay risueños;
sólo hay ilusiones,
ilusiones que distraen y salvan.
Salvan la razón careciente de pasión.

Hambriento y contento
porque el tiempo
sigue dando sorpresas,
sigue estimulando al destino y la curiosidad,
sigue intentando día a día
calmar mi sed
aunque ya no hay sed;
hay determinación
y
hay miedo, que es veneno en venas.

Sabemos cómo el destino nos define
aunque nos hagamos ciegos,
sabemos lo que nunca llegará
aunque estemos con los brazos abiertos
esperando aquello,
sabemos e intuimos
aunque creamos que no.

Hambre hay en cada día
podemos satisfacerla
pero
el vacío queda,
hambre hay en cada par de ojos rasgados
y dentro de ellos
hay gritos y llantos
de angustia y desespero;
hay y habrá hambre
y aunque nada malo te pase
estoy seguro que nada pasará.

Queda claro el infortunio,
queda claro la frustración,
queda claro el quiebre,
queda claro lo desolado,
queda claro que eres arte, colirio y belleza;
queda claro que sigo hambriento
pero a ti nada malo te pasará…
Desafiando cualquier penuria
se escapada una lagrima
en mí y sin ti.