jueves, 30 de abril de 2020

Palabras desgastadas.

Los ojos que abiertamente deambulan
por cada grieta
por cada hueco
por cada gotera
que hay bajo mi techo…
Sí, esos ojos son mis ojos
los atentos,
los que se pierden muy en la nada con querer ver todo,
todo y nada es lo mismo desde hace tiempo
donde la infelicidad
estrecha su mano con el aburrimiento. Mi mundo.

¿Y a dónde fue aquél conversador?
Preguntan y escucho las ráfagas del viento…
Soy yo mismo desde mis adentros,
desde mis deseo de encontrar respuesta,
donde habito ahogado, impávido…
Soy puras palabras desgastadas.

¿De qué extraña fascinación
por poder, calor y euforia me estoy perdiendo?
¡No!
Yo perdí incluso cuando no sabía que tenía chance de ganar.
Yo perdí aunque se escatime en esperanzas;
yo perdí porque el victimario… que se propone en estas palabras
tiene la certeza,
tengo la certeza de que no hay cosas peores
en personas, cosas muy peores.
Yo pierdo y abandoné mis propios abrazos,
estos brazos ya fueron desperdiciados...
Hay agotamiento, ya no se puede volver a intentar…
Pero inclusive al breve tacto
a la breve atención
suben las grandezas
y creo ser el oro
y también sé que si cruzo algo que creo a mi favor
todo se oxida,
no era el oro, era el óxido. La ilusión ingenua.

No me caigo, yo me levanto
todo pasa delante de mí
lo que quiero que pase y lo que no
pero siempre con un cambio
derrumbando, eso sí, mis expectativas febriles.

Hay un alto, un salto, estancamiento…
Te pierdes, te aburres,
se sufre y se respira
¿Dónde estás y por qué tardas tanto?
Si es que estás
Si es que existes…
Quisiera contemplar tus sonidos y tus caderas,
los movimientos,
los aromas,
el color y el sudor
¿Vuelvo a dormir para buscarte?,
¿Quién serás?
O y a partiste de este plano muy temprano
y eres un ángel guardián…
Supongo así es.