Estamos enérgicos,
somos energía, chipas,
rayos,
relámpagos y
centellas.
Eso me hago creer
y es que ya no es
agradable la niebla que cubre la ciudad
solo ella denota
derrota, angustia y asombro
que marchita las
cordiales palabras
de los que estando en
ella hacemos vida.
No he vencido la
timidez,
de hecho ahora sé que
vive en mí y acompaña mis travesías
poniendo peso a mi
espalda
con mis talones
cansados y la suela de los zapatos desgastadas…
Pero hay todo un mal
concreto,
lo más creyentes
buscan algo que aprender
ante cada agobiante
perecer,
lo pongo en duda y
continuo.
Hay también creyentes
con esmero
donde actúan para
apaciguar
sus propias aguas
turbias
y hay que hablar del
que se lamenta con motivo
y siempre sus ojos en
llanto estallan.
Días oscuros en mi
tricolor ya son costumbre
hay horas de paz si la
naturaleza nos arropa
con todo y la
oscuridad…
Hoy salen las
luciérnagas
entran por mi ventana
a inspeccionar mi habitación.
Hoy sus culos luminosos
sacan de mí risas
irónico pensar que
ellas mismas son luz
y no tienen miedo a la
oscuridad…
Son como los
optimistas
que aún hacen las
cosas funcionar
o son como mis
contemporáneos
que con sencillez
están luchando por sus sueños,
son como los pocos
prójimos que siguen ayudando con desinterés,
son como mis amigos,
bridándome sus alegrías.
Juegan entre ellas
dando infinitas formas,
distrayéndome de lo
real
recobrando mi energía.
Dormiré y a lo mejor
tenga un sueño intenso,
con mis ojos entre
abiertos
las veo y aún vuelan
por allí
suspiro y luego toso
y ellas siguen allí,
ellas solas buscan su
lugar, su origen
pero ya comprendí
que como a los
optimistas…
A mí no me molestan las
luciérnagas.