lunes, 12 de noviembre de 2018

No me molestan las luciérnagas.


Estamos enérgicos,
somos energía, chipas, rayos,
relámpagos y centellas.
Eso me hago creer
y es que ya no es agradable la niebla que cubre la ciudad
solo ella denota derrota, angustia y asombro
que marchita las cordiales palabras
de los que estando en ella hacemos vida.

No he vencido la timidez,
de hecho ahora sé que vive en mí y acompaña mis travesías
poniendo peso a mi espalda
con mis talones cansados y la suela de los zapatos desgastadas…
Pero hay todo un mal concreto,
lo más creyentes buscan algo que aprender
ante cada agobiante perecer,
lo pongo en duda y continuo.

Hay también creyentes con esmero
donde actúan para apaciguar
sus propias aguas turbias
y hay que hablar del que se lamenta con motivo
y siempre sus ojos en llanto estallan.

Días oscuros en mi tricolor ya son costumbre
hay horas de paz si la naturaleza nos arropa
con todo y la oscuridad…
Hoy salen las luciérnagas
entran por mi ventana a inspeccionar mi habitación.
Hoy sus culos luminosos sacan de mí risas
irónico pensar que ellas mismas son luz
y no tienen miedo a la oscuridad…
Son como los optimistas
que aún hacen las cosas funcionar
o son como mis contemporáneos
que con sencillez están luchando por sus sueños,
son como los pocos prójimos que siguen ayudando con desinterés,
son como mis amigos, bridándome sus alegrías.

Juegan entre ellas dando infinitas formas,
distrayéndome de lo real
recobrando mi energía.
Dormiré y a lo mejor tenga un sueño intenso,
con mis ojos entre abiertos
las veo y aún vuelan por allí

suspiro y luego toso
y ellas siguen allí,
ellas solas buscan su lugar, su origen
pero ya comprendí
que como a los optimistas…
A mí no me molestan las luciérnagas.