Es todo lo más divertido, el sabroso sonido de unos retumbantes tambores, como aquella paz que algunos logramos descifrar de maneras distintas. Hay veces que solo en nosotros mismo encontramos sabores, olores y conocimientos muy propios para el aprovechamiento ajeno. El silencio se repite, es el fiel amigo del eco y el enemigo del sonido en la nada, ese que podemos ver.
Los naranjas parten del amarillo y del rojo que los podemos redondear con aquel sabor de azules y blancos, son las mejores cosas de la vida. Una paz interior, un valor que poco podemos perder con una sonrisa... como caminar en tierra mojada, como retumbar los pasos para que tu sepas lo que vivo. No es la locura de escuchar lo mismo en el firmamento cuando tus ojos que logran ser acarameladas variables y agarrados de la mano con tus sentimientos es esa pena o ese miedo donde te veo reflejada en una utopía alegre, divertida, digamos folklorica, pero por mi parte ahora ya no esta ese frió que tanto amo, que tanto me gusta, ¿por qué? Sólo esta ese sol que no me deja esconderte en la soledad. Ahora con los pies en la tierra sufriendo por pisar las pequeñas piedras al caminar, pero poco a poco todo se logra y entre cada logro cada traje tuyo se hace más largo, dejándome un rastro en donde yo te pueda localizar.
Aromas, sabores a miel, nueces, castañas, almendras, maníes pero en la realidad son otras nuestras lenguas que se amarran en el misterio de la timidez y los sonidos del baile entre antorchas al caer la noche, es tentador, pero debo confesarte que el eco repetido del tambor es el lenguaje más fijo y armonioso de esta nueva etapa de colores deslumbrantes como lo eres tú.
Dabo Bautista Osorio