Contemplar el paso del tiempo,
no es una tarea tan agotadora
cuando sonrío
aunque siga sin gustarme mi sonrisa,
contemplar los sueños en grande
aunque pocos se queden en el olvido,
contemplar...
Siempre que pueda contemplar el cielo azul
o
sus otros colores,
me pierdo y me perderé en esa grandeza;
grandeza noble
como lo que creo que soy.
Fui engañado,
a todos nos engañaron...
crecer es cruel,
soy cruel conmigo
pero fui un niño feliz,
aunque un día
nacieron los complejos
y se fortalecieron como raíz en tierra
incluso ayer, incluso hoy
sigo sin saber besar,
no voy a ser ridículo
ya no quiero
ya estoy viejo
y
sigo sin entender
qué es el sexo
en su estado pasional
y
una vez soñé con ser un caracal
pero soy un caracol,
suponía que había que ser animal
y coger la presa era lo ideal
pero no nací con el suficiente tamaño viril,
supuse que lo romántico era la otra forma
pero mi fealdad fue objeto de comparación;
ya no me interesa,
ya estoy viejo.
Le di importancia porque lo demás le dan importancia
y no quiero quedarme atrás
igual sigo pajizo, sigo miedoso
y a nadie voy a probar
hay mejores opciones,
siempre hay alguien mejor que yo
y
repito hasta el cansancio
mis infortunios
repito hasta el cansancio mis complejos
repito lo que nunca seré capaz de hacer
repito lo perdedor que soy...
Quién me lea no repetirá mis infortunios,
no hay que dejarse ganar por el miedo
pero
yo ya perdí, me acomodé ahí.
La noche me reconforta en llorar,
al amanecer nadie nota mi mirada
pues mis pequeños ojos
saben ocultar el rastro del mismo llanto de siempre.
Escribir es mi refugio,
escribir para descubrir nuevas rimas,
escribir sobre que hay en mi burbuja,
escribir y proteger mis historias,
escribir y justificar mis lágrimas,
orgulloso de mis palabras,
no hay gracia pero hay inspiración
no hay dedicatorias pero hay gente viviendo
en mis pensamientos...
No son fragmentos que pelean dentro de mí,
personas que viven para recordarme
el buen gusto que tengo,
lo bonito que son sus pasos
ver su humanidad
y poner esperanza en mí
como una pequeña llama desvaneciéndose
al consumirse la vela
de mis plegarias.
Eso si,
no voy a romperme como una promesa vacía,
no voy a decaer,
no voy a dejar de luchar,
jamás me voy a dejar pisotear;
ya vivo con el señor miedo,
ya vivo con la señora soledad,
ya vivo con el señor complejo,
pero
sigo vivo y repito palabras
para que practiquen la empatía
pero no comparto mi tristeza.
A los dieciséis
mi esperanza era más fuerte
pensé que iba a disfrutar,
que alguien iba a poner sus ojos en mí
de una forma única sin juzgar, sin burlas ni señalar,
ahí me rendí,
pero aquello se pegó en mi nunca
para siempre agachar mi cabeza,
ya sabía que era poca cosa,
ya sabía que era difícil interactuar
ya sabía y de frente insultaba el miedo
y ganó, aunque fuese popular...
Pero peleé con mis grandes dientes
no me dejé,
solo apagué esa esperanza
y me refugie en mis lágrimas,
en mis palabras y en el silencio
y no paraba de reír
seguí siendo leal.
Ahora a los treinta,
no se me dan bien los halagos
que llegan a mí como una ventisca helada,
tengo vanidad,
tengo altivez,
tengo voz,
y ya estoy viejo
para tener primeras oportunidades
para ridiculizar mis sentidos,
para verme desnudo frente a alguien,
no soy objeto de deseo,
soy el que escucha, se me da mejor
y cuando abrazo
no tengo queja,
soy un cobarde aunque eso sea desgastante.
Resumí lo recurrente,
no me puedo quedar sin inspiración
o
que mis estúpidas fantasías se lleven mi atención.
Contemplar la brisa de mis montañas,
contemplar la luz de la vela en mis oraciones,
contemplar la sonrisa de mis quereres,
contemplar los detalles,
no soy protagonista de nada,
no soy el villano,
soy un espectador que sigue fascinado con la naturaleza
cada vez que llueve,
mojando mi nariz torcida
con todas sus gotas,
siendo mi momento más tranquilo
porque me maravillo
de la vida a mi alrededor.
Suspiro.