Escuchando la lluvia, escribo.
Un
día se van acabar las palabras amables,
las
frases de cortesía, las preguntas comunes
y los
buenos días…
Queda
mirar dentro de mí
y
abrazar la ilusión y guardarla;
puedo
agradecerle porque en tu voz
se
perdió muchas veces,
las
pocas veces que logré oír.
Un
día quedarán recuerdos borrosos,
estaremos
entre las siluetas de los pedazos
que
podíamos percibir de la otra persona…
Los
pequeños adjetivos que ambos pusimos,
pusimos
muy en grande en la frente, en los ojos y en la espalda.
El
tiempo no puede detenerse, no puedo detenerte,
no
tengo por qué hacerlo,
no
puedo hablar de tantos fetiches como tú,
no
puedo apretar tu piel como deseas,
no
puedo con esa furia y esa pasión que quieres replicar,
no
puedo besarte hasta desahogarte
pero
la vida es emocionalmente abusiva
y
no
puedo llegar a tocar tus tobillos
pero
gracias
a ti pude sentirme reconfortado en
los
pensamientos dulces,
las
imágenes vivas donde nuestras manos
van
juntas y entrelazadas en un paseo
a la
orilla del mar.
“tu y
yo, ahora”, se escribe con palabras imposibles,
se
siente lejano e intocable…
Grito
para hacer catarsis cuando tengo que manejar el desapego,
grito
para quejarme de mí conmigo por
decir
mucho de mí y poner mis pasos vulnerables,
donde
fueron la leña al fuego de las burlas lanzadas
por
tu jugosa lengua y tus gruesos labios.
Sé
que, por tus andares, los nuevos amores crecen como el trigo
y te
arropan en placer,
es tu
éxtasis mirar y observarlos y está bien,
está
muy bien…
Cada
quien encuentra el tiempo para echarlo andar,
cada
quien encuentra el tiempo para apretar y besar espacios corporales
donde
el sol jamás va asomar su nariz,
aunque
tú sí y está muy bien.
Sé
que por mi lado, me veo como aquel
ermitaño
solitario y acabado, acomplejado, distraído y sin interés
pero
mi
sonrisa es genuina,
con
mis grandes dientes, que alguna vez horrorizaron gente,
y
defiendo
mis sentidos,
lo
que soy, así no te parezca…
Me
quedan los detalles en todas sus formas
y no
me importa mojarme en la lluvia
porque
siempre llegaré sano y salvo a mí hogar,
y no
me importa mojarme en la torrencial lluvia
porque
encuentro calma y fascinación en su poder…
Pienso,
pienso en ti y es tanta mi ilusión
que
en algunos de mis sueños
nos
veo viendo caer la nieve en una playa tropical.
Estreche
nuestras manos para agradecer,
aunque
no lo sepas ni te des cuenta,
y
espero que cuando acabe nuestra efímera interacción
puedas
recordar las iniciales de mi nombre.